Sonido de la guerra; La búsqueda
Categories: Spanish Peninsular Poetry
La figura de Vicente Aleixandre no necesita detractores para ser magnánima. Por mucho que se esfuercen los escasos enemigos que tiene en ensalzarle con sus iniquidades y calumnias, no conseguirán levantarle un solo ápice más de donde se halla, porque no se puede llegar más allá de la cúspide so pena de perder pie con el suelo, cosa que difícilmente haría quien ha escrito las páginas hermosas de “pasión de la Tierra”.
Aleixandre es el mito de los jóvenes. Cada uno de nosotros escribió su poema a “Welingtonia”. Quien más, quien menos, realizó sus visitas, primero temerosas, confiadas después, a ese diván donde, tumbado, es el poeta siempre más alto que su interlocutor. Altura que le dan, naturalmente, no sólo sus poemas, sino sus actitudes: su curiosidad infinita por las personas y las cosas. Su amor por la palabra irreprochable y quieta, que se posa en el aire como nube que nos hace elevar, para mirarla, las cabezas.
Como quienquiera de mi generación, sentí, sigo sintiendo y sentiré, el paraíso en sombras de Vicente Aleixandre, la biografía armoniosa y rotunda de su corazón, con un hermoso reino que también era triste, la consumación de sus poemas, como un viento sin humo. Y expresé como pude, llanamente, mi veneración por su talento en un trabajo que hoy acopio, ingenuo y breve para el uso de un supuesto lector. (Pedro J. de la Peña).