Semiología de la obra literaria: glosemática y teoría de la literatura
Categories: Grammar, Linguistics, Translation Theory
Qué bien consuenan, hermanadas, lingüística y literatura. Ya lo recomendaba la escuela de Praga, por boca de R. Jakobson. Siguiendo ese camino, Jurgen Trabant ha encuadrado su teoría de la obra literaria en el marco del estructuralismo lingüístico, y de la glosemática de L. Hjelmslev en particular, así como en la doctrina del signo estético propuesta por S. Johansen. ¿Será verdad que la obra de arte constituye una estructura de signos —una semiótica— donde se corresponden expresión y contenido (o sea, forma y fondo)? ¿Hemos de situarnos ante un texto en actitud «metaforizante», a fin de descifrar un mensaje estético no explícito, sino solamente connotado?
La empresa ha supuesto una intensa revisión crítica del estructuralismo glosemático, aceptado por último, aunque no sin rectificarle puntos importantes (el nombre de E. Coseriu sale mucho por aquí). Lo lingüístico no puede consistir en las formas puras, vacías, superabstractas, pensadas por Hjelmslev. Desde ese cielo matemático baja Trabant a un nivel normal de abstracción, a la «lengua», donde se integran formas sustanciales (no vacías) y sustancias, dentro de los dos planos de la expresión y del contenido.
Y aún deja establecidas las dependencias entre unos y otros elementos. Finalmente, llega el autor a la zona concretísima del «habla», realización individual de la lengua. Durante el viaje ha tenido que explicar no pocos casos ilustrativos (tiempo imparfait, sistema fonológico del francés, etc.).
Todo ello era necesario para la consideración de la obra literaria (el texto), que es habla fijada artísticamente. El escritor ha seleccionado y moldeado con su arte los materiales de la lengua común; ha fundido lo fónico y lo sémico, lo abstracto y lo concreto, lo denotativo y lo connotativo. Su creación es una estructura lingüística —un mundo— íntegramente funcional, pues todos sus elementos están elegidos intencionalmente. Impera allí sobre cualquier otra la función estética del lenguaje. Por su parte, las ciencias literarias —estilística, análisis estructural, etcétera— no atienden más que al plano de la expresión textual. ¿Y el contenido estético, el mensaje? Ahí entra la tarea recreadora del lector frente al texto silencioso, hasta que intuitivamente lo interpreta y le atribuye un sentido. Tantas interpretaciones individuales nunca agotarán las posibilidades connotadas en la obra, pero irán retocando su imagen histórica. El acierto de Trabant ha sido exponer viejos problemas —por eso recoge las ideas de Hegel sobre lo poético— en términos nuevos y coherentes.