Rafael Alberti, entre la tradición y la vanguardia: poesía primera (1920-1926)
Categories: Literary Criticism
Nada más leer el estudio de José Luis Tejada sobre Marinero en tierra (una de las partes del presente libro), Rafael Alberti le escribió: «perfecto, agudísimo, completísimo, revelador para el propio poeta, un estudio único». Y no exageraba en absoluto. Pero aclaremos: ahora este grueso volumen abarca toda la producción juvenil del gran poeta entre 1920 y 1926, esto es, Poesías anteriores… (su «prehistoria lírica»), el famoso Marinero (Premio Nacional de Literatura), La amante y El alba del alhelí. Hay más: una biografía de Rafael –niñez, juventud– y un panorama literario del tiempo. Queda así acotado el período inicial albertiano, coherente de suyo. Nadie, pensamos, lo conoce tan íntima y pienamente como Tejada. Cosa que vale no sólo para las poco difundidas Poesías anteriores… (aquí publicadas íntegramente), sino también para las otras colecciones. Porque el crítico explica –métrica, temas, estilo– los distintos poemas y conjuntos con asombrosa penetración.
Ningún símbolo podría definir mejor dicho período que el de «marinero en tierra», y a él nos referiremos especialmente. En esa lírica juvenil, de formas graciosas y dinámicas, centellean –impresionismo– manchas de luz, colores como pintados, jardines subacuáticos, sirenitas, una luna de nieve, diluida ternura. Las alegres canciones no logran ocultar un fondo de melancolía: ahí entra lo autobiográfico. Pasar de la verde y clarísima bahía gaditana al esquinado Madrid –asfalto, plomo– fue para Rafael perder el paraíso cristalino de la niñez y la libertad. Súmese aquella enfermedad, con el obligado reposo. Quien iba para Murillo descubrió de pronto –muerto su padre– que cualquier palabra se le hacía ritmo. Y eligió la embellecedora fantasía poética. ¡Navegar, surcar la anchura de los mares o sumergirse en los tibios recuerdos infantiles! Allá en tierra dejaba la míseria realidad. Cómo el verso pasó del ultraísmo a la mágica canción marinera nos lo explica Tejada lúcidamente.
Junto al Alberti brillante hay otro misterioso, romántico. Junto al poeta culto, el popular; mejor dicho, el neotradicional, que busca el espíritu del pueblo no tanto directamente –a diferencia de Lorca– como a través del tesoro lírico de los cancioneros y romanceros antiguos (y Gil Vicente y Lope). Lo que perdura intacto es su arte admirable… Pero tenemos que volver al presente. Medio siglo ha pasado desde que Alberti escribió aquellos versos o añoranzas ni otros destierros. Rafael anda por esos mundos, lejos. Cuando saca fuerzas, nos lanza a los de España una canción, voladora flecha de papel que siempre consuela. Amigo, buen amigo.