Libro de poemas: Poeta en Nueva York, Bodas de Sangre, Yerma, Romancero gitano
Categories: Spanish Peninsular Poetry
Los años transcurridos desde su culminación teatral hasta esta fecha en que toda su obra ha alcanzado amplísima difusión mundial, la enmarcan en una perspectiva que permite apreciar la genial medida en que dentro del término forzosamente breve de una existencia individual, se pudo repetir en García Lorca —prodigiosamente acelerado, comprimido— el largo, pero sólido y firme, proceso que en la literatura española parte de los Romances Viejos en derechura y floración hacia y hasta el gran teatro del Siglo de Oro.
Lo que rinde al joven poeta la admiración, la atención, la sorpresa y la adopción inmediata entre las revelaciones de nuestro tiempo, es en efecto su Romancero Gitano. Dos corrientes lo nutren: la raigambre popular, ancestral, de los romances viejos: en su máxima porción, narrativos, dramáticos: genes naturales del teatro que adoptará sus octosílabos como lenguaje y sus historias como temas: y la imaginería, la adjetivación y la metáfora cultas en que se manifiesta un Góngora resurrecto. En alguna parte de sus confidencias, entrevistas o reflexiones, García Lorca señaló su propósito de restituir al romancero la vitalidad de que el neoclasicismo había, en apariencia, logado privarlo, despojarlo; la vitalidad que había, con el romance, dado sus últimas boqueadas con el Duque de Rivas y con don José Zorrilla, para hacer en el resto del xix un mutis doloroso.
Cabe señalar que si en España sufrió el Romancero eventuales eclipses, no le ocurrió lo mismo en un México adonde los primeros romances llegaron en los labios sedientos y jóvenes de los aventureros conquistadores. Bernal Díaz recuerda y recita romances viejos; los recuerda (y los sufre agriados hasta el burdo epigrama) Cortés. El romance se infiltra en el oído y en el gusto de la Nueva España, condenada empero a la pesadez de las estrofas reales para la versificación de su epopeya (El Peregrino Indiano). Sor Juana lo escribe, dentro y fuera de su escaso teatro. Y el pueblo lo hace suyo, lo canta por ferias y plazas como los juglares antiguos. Es el Corrido mexicano,…