La poesía española entre pureza y revolución (1930-1936)
Categories: Literary Criticism
Hay libros que, aun dentro de un estricto enfoque literario, tienen la virtud de remover toda una época, no lejana todavía, y de insertar en ella las raíces de problemas actualmente vivos entre nosotros. Así ocurre con el que ha escrito Cano Ballesta. Constituyen su tema las orientaciones de la poesía española durante los años inmediatamente anteriores a la guerra del 36. Se trata de una época imperfectamente estudiada hasta ahora. Según ciertos críticos, no existían por entonces otros ideales estéticos que los de la llamada poesía «pura», que tan extraordinarios nombres ha dado a España. Tras una profunda investigación sobre las revistas, periódicos y obras poéticas del tiempo, Cano Ballesta demuestra lo infundado de esa afirmación. Entre 1930 y 1936 se agitan y combaten las tendencias más encontradas que uno pueda imaginar, desde el arte muy distanciado al muy comprometido. La creciente politización inundó también la literatura. La proclamación y curso de la República, los sucesos de Asturias –aparte de la presencia del comunismo y del fascismo en Europa–, entre otros hechos importantes, no podían dejar indiferentes a los escritores.
Frente a la poesía «pura», esto es, lúcida, rigurosa, enemiga de cualquier exceso romántico, y, como tal, propensa al intelectualismo, a lo esencial y ahistórico, se configuraría rápidamente –no había tiempo para más– otra poesía muy distinta, abierta sin miedo a lo humano todo, aun con sus inevitabless impurezas, y, en su punto extremo, abocada a lo colectivo, e incluso a lo revolucionario. Esta última es obra, particularmente, de Alberti y Prados, a los cuales vendría a sumarse luego el impulso de Neruda. He aquí la poesía social, convertida en arma de combate y queriendo llegar a todos. Por el otro bando, y también desde un punto extremo, sería Juan Ramón el pontífice máximo, siempre temeroso de caer en lo plebeyo.
Hemos tenido que simplificar. Lo que Cano Ballesta nos ofrece –con gran despliegue de textos y figuras, de teorías y realizaciones, tras la presencia de las vanguardias, la generación del 27 y el superrealismo– es muchísimo más complejo, claro está. Quedarían aún no pocas tendencias intermedias, así como las nuevas orientaciones venidas de los poetas más jóvenes. Sin embargo, en el fondo vemos dibujarse dos concepciones literarias antagónicas y casi eternas. Decidir entre ellas es cosa de cada uno, y no siempre se logra sin desgarramientos. (Absorto en el presente libro, el lector se estremece de pronto. Aquellos hombres no podían ver lo que él ve con tanta facilidad: la guerra, rodeándolos, inminente.