La crítica literaria de Fernando de Herrera
Categories: Literary Criticism
Siempre animan la vida los libros reivindicadores, y el de José Almeida lo es en grado eminente. De aquí sale un Herrera crítico, con sus Anotaciones a Garcilaso, tan revolucionario y moderno que deja muy atrás al siglo XVI y hace pensar a ratos en Eliot y el New Criticism, por no hablar de la estilística actual. Pruebas y argumentos quédense para el curioso lector. Además de aclarar la originalidad herreriana, se propone este estudio destacar la tenaz oposición tradicional que encontraron las nuevas ideas y que sólo será atajada por los investigadores modernos. Si la crítica española hubiese seguido a Herrera, aseguara Almeida, no habría tenido que sufrir un entancamiento de tres siglos, hasta la llegada de Menéndez Pelayo. Como se ve, nos aguarda un clima polémico y tempestuoso.
De entrada, Almeida hace comparecer ante nosotros a los comentaristas de Garcilaso en los siglos XVII-XVIII: el Brocense (único que se anticipal sevillano), Tamayo, Azara; cuidadosamente analiza sus distintos aportes y, de forma especial, las mutuas vinculaciones e influjos, así como, en el caso de los dos últimos, su actitud frente a Herrera (igual hará con éste respecto al Brocense). ¡Cadena de diligentes eruditos, todos y cada uno necesarios! Pero ya ha acometido a Herrera el Prete Jacopín, su mayor enemigo, diestro en argucias: ríe, embarulla y queda triunfante. El poeta andaluz pasará por plagiario, o por difamador de Garcilaso, o por enemigo de Castilla. Injustas acusaciones que pesarán en otros comentaristas, quizá más deseosos de allegar datos –sin hacer ascos ni al mismo rival– que de reconocer excelencias.
¿Cómo comparar lo incomparable? No cabe Herrera en los estrechos límites de la filología; se sale de ellos con un bosque de teorías y apreciaciones sobre la obra literaria. Por ahí es fácil perderse. Pero cuando como crítico habla desde su intuición poética, y combina la retórica tradicional con la sensibilidad propia, no suele equivocarse. Ya es un mérito que se acerque a la poesía garcilasesca desde su misma estructura y no desde lo externo. Herrera no duda en defender la litertad creadora del poeta contra rígidos preceptos o contra la servil imitación de los antiguos, al fin «hombres como nosotros». Garcilaso le parecía un gran poeta, desde luego, sólo que en 1580 la lengua había cambiado y los ideales eran otros: el verso pide ahora ornatos cultos, agudeza, cierta oscuridad (¿no se adivina a Góngora?). Sabio Herrera, tan lúcido para ajustar los recursos expresivos al significado. Bien ganada tiene la corona de poeta. Para la otra, la de crítico, ¿es que no hay laurel a mano?