Ensayos estilísticos
Categories: Literary Criticism
El lector poco ducho se siente desamparado cuando le dejan solo con un texto literario, y sobre todo con un poema lírico, quizá más temible cuanto más breve. ¿Cómo derribar el muro, cómo explicar y fundamentar las impresiones subjetivas? Hugo Montes da la respuesta, y predicando con el ejemplo, comenta en su libro abundantes textos, comentarios surgidos «en la conferencia y en la clase». Para abrir boca, ofrece un capítulo general acerca de la estilística y de sus principales cultivadores. Porque Montes cree de buena fe –y nosotros también– en la estilística como vía de conocimiento riguroso. A continuación siguen los análisis sobre maestros hispánicos, desde Azorín y Menéndez Pelayo (únicos representantes de la prosa) hasta Gabriela Mistral, pasando por A. Machado, R. Diarío, C. Vallejo, P. Neruda, V. Huidobro, etc.
A leer nos dejamos invadir –inocentes, sentimentales– por un texto. Tras la entrega absoluta, podrá venir la sedimentación de las impresiones y hasta un principio de reflexión crítica. En todo poema ha quedado impreso el sello personal del autor (que no otra cosa es el estilo), al expresar su modo de ver y de sentir un tema. De ahí que sea tan necesaria –como dice Montes– la «intuición sensible» del lector para captar lo que el poeta ha querido transmitir. Forma y contenido de los versos (o, si se quiere, «significante» y «significado») se influyen recíprocamente; es más, constituyen como dos categorías de señales orientadoras y complementarias. Léxico, imágenes, ritmo, tomo, etc., expresan y sugieren juntamente. La emoción dominante en el poeta colorea por dentro la composición. Es preciso, pues, aprender a reconocer y valorar dichas señales.
Estos análisis estilísticos atraerán, creemos, no sóolo al estudiante, sino al especialista. A veces van precedidos de una caracterización general, biográfica incluso, del autor en cuestión, como preparación para entrar en materia estilística. El crítico ha dejado probada su sensibilidad en todo momento; su pluma se afina más y más, leve, transparente. Y los escritores elegidos, tan diversos, le permiten recorrer una anchísima escala. Deleita pasar del impresionismo azoriniano –mezcla de claridad mediterránea e intimismo– a la fuerza y «tono mayor» –como un enorme lienzo– de Rubén, o a la «poesía telúrica» –tierra y hombre amasados– de Neruda. ¿Y Machado, añorando desde el verdor los yermos castellanos? ¿Y Gabriela, abrazada a esos pobres árboles olvidados? Cierto: actitudes y modelaciones tan individuales es el estilo quien nos las hace comprender y sentir.