El rayo que no cesa: Viento del pueblo; El silbo vulnerado; Imagen de tu huella; Otros poemas
Categories: Spanish Peninsular Poetry
“Tú, el puro y verdadero, tú, el más real de todos, tú, el no desaparecido”. Así habló Vicente Aleixandre ante la tumba de Miguel Hernández, muerto el 28 de marzo de 1942, en una sombría cárcel de España. No es difícil compartir ese fervoroso reconocimiento: en la patria y el tiempo de Machado y Jiménez, de Garcia Lorca y Alberti, de Cernuda y el propio Aleixandre, el autor de El rayo que no cesa dejó, sin embargo, escuchar una voz de poeta auténtica y original.
Nacido en Orihuela (Alicante) el 30 de octubre de 1910, de origen campesino, Miguel Hernández recibió las primeras enseñanzas en la escuela de su pueblo y debió dedicarse a los trabajos de la tierra y al pastoreo. Pero, con decidida vocación literaria, logró una sorprendente cultura autodidacta, basada sobre todo en la lectura de los clásicos del Siglo de Oro. Esta formación, enraizada en las más puras tradiciones de su tierra levantina, es perceptible a través de toda la obra hernandiana, que desde su barroquismo inicial evoluciona hasta la sencillez honda y estremecida de sus poemas de la cárcel. Entre ambos extremos, hay un período en que el corazón del poeta ya “no puede con la carga / de su amorosa y lóbrega tormenta”. Momento signado por el descubrimiento de quien luego habría de ser su mujer, por el estallido de la Guerra Civil Española y también por la estrecha amistad de Hernández con Pablo Neruda y Vicente Aleixandre; momento que se halla perfectamente consignado en los libros que agrupa este volumen de la Biblioteca Clásica y Contemporánea: El rayo que no cesa, Viento del pueblo, El silbo vulnerado, Imagen de tu huella y Otros poemas.