El pasajero

El tema de esta novela es político: aborda la lucha guerrillera en el Uruguay. Per o querer reducirla a esta viera caracterización seria no sólo simplificaría, sino también no comprenderla en sus verdaderas implicaciones.

Primero, porque el autor no es de los que claudican estéticamente, contentando se con una forma testimonial, mucho menos panfletaria. Luego, porque la experiencia de su personaje es mucho más compleja: un ser que pasa por todo (las más diversas experiencias, incluyendo viajes) sin aparentemente poder arraigar en algo, se ve al final enfrentado a la realidad de su país y la asume —hasta el sacrificio, la muerte— sobre todo por solidaridad humana. Ello, sin llegar a ningún patetismo, sin hacer concesiones a "las buenas conciencias”. Este pasajero vive en un exilio más radical: la busca, por encima de los sistemas, de una intensa (¿imposible?) comunión con el mundo. De ahí que el estilo de la narración oscile entre la ironía y el drama, entre la reticencia y la mirada implacable. Si toda obra literaria es antes que nada trama verbal, Musto no deja de revelar siempre su conciencia de ello. La lucidez de la descolocación, la descolocación de la lucidez son los signos de su lenguaje. De Jorge Musto nuestra Editorial ha publicado antes sus relatos: Nosotros, otros (1970). Otras obras suyas son: Un largo silencio, Noche de circo. Con El Pasajero obtuvo en 1911 el Premio de la Casa de las Américas (La Habana). No es el único reconocimiento que ha recibido: en 1966, su novela La Decisión ganó un concurso hispano-americano auspiciado por la Editorial Zig-Zag, de Chile.