El oficio de la pasión: el programa cultural en barrios
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El Programa Cultural en Barrios de la ciudad de Buenos Aires fue una de las realizaciones más significativas y menos conocidas de la política cultural establecida por el gobierno instalado en 1983. Consistía, senci- llamente, en el aprovechamiento de la infraestructura de las escuelas municipales en las horas sin actividad docente, a fin de convocar a los vecinos de barrios generalmente periféricos, quienes pedían apoyo para dedicarse a actividades creativas: desde formar un coro o un elenco teatral hasta clases de cocina o ejercicios de yoga. La Secretaria de Cultura de la Municipalidad, entonces, proveía los animadores necesarios para llevar adelante las iniciativas. Con este sencillo sistema, veintitrés centros culturales se convirtieron en poco tiempo en otros tantos polos de creación activa que canalizaron inquietudes de todo tipo; y al mismo tiempo, núcleos donde habitantes del mismo barrio se encontraban y compartían buenos momentos. Fue un intento de proyectar valores culturales a zonas de la ciudad que generalmente tienen un acceso difícil a esos bienes.
Virginia Haurie fue la artífice de esta difícil y compleja creación. Su personalidad, su buen humor, su trato con la gente, su imaginación y su decidida voluntad de no dejarse atrapar por las redes de la burocracia logró en poco tiempo que el Programa Cultural en Barrios fuera no solamente una realidad con locales, elenco y tareas, sino un logro respetado en toda la ciudad de Buenos Aires. Cuando dejamos el gobierno, en julio de 1989, le pedí que escribiera su experiencia. Más aun: la presioné y la importuné hasta que, superando sus propias vacilaciones, escribió el libro que el lector tiene en su mano. Me parecía importante que quedara un testimonio válido de este esfuerzo, no para jactarse de ello sino para mantener viva esta aventura que dio tanta felicidad a tanta gente. Una aventura sin precedentes en nuestra ciudad porteña, elaborada con amor y respeto por nuestros convecinos sobre una base ideológica: la certeza de que la democracia no es sólo una forma de gobierno sino también una manera de elevar la calidad de vida mediante la participación, la solidaridad y la creatividad libre en el campo del espíritu. (FELIX LUNA)