El lenguaje desde el punto de vista funcional
Categories: Grammar, Linguistics, Translation Theory
Descuellen en el pensamiento lingüístico de Martinet, entre otros rasgos admirables, su independencia y su originalidad. Fácil es observarlo desde el presente libro, que tan bien expone las ideas del autor frente a tendencias de todo tipo, tradicionales o novísimas. Abundan, en estas lecciones universitarias, las orientaciones metodológicas –la primera, que es improcendente utilizar un mismo método para tan heterogénea realidad como el lenguaje– como abunda también la crítica serena sobre la actual investigación. No extraña que Martinet se oponga, en nombre del realismo, al formalismo absoluto de algunos. El realista observa atentamente la realidad lingüística en su varia complejidad, la acepta tal como es y trata de describirla en sus aspectos todo, centrales o marginales. El formalista o «totalitarista», un tanto perdido entre teorías preconcebidas, acaba por simplificar la verdadera naturaleza de los fenómenos estudiados.
Si Martinet recomienda un enfoque funcional en cuestiones lingüísticas no es porque los estructuralistas lo desconozcan, sino porque no le conceden la capital importancia que merece. Urge estudiar y clasificar cuidadosamente cada una de las funciones que asumen los signos dentro de la lengua correspondiente. Hay más: el enfoque funcional podría servir para borrar discrepancias entre investigadores de diversa tendencia. Cómo es posible llevar este punto de vista a la materia lingüística concreta lo muestra Martinet en una serie de indagaciones sobre aspectos fonemáticos, sintaxis, tipología, variedad y evolución de las lenguas, en todo lo cual nos sorprende con su fluidez mental, la penetración del análisis y hasta como un gusto por los recuerdos personales que hace más jugosa su palabra.
A través del libro nos familiarizamos con una concepción lingüística que se diría muy acorde con el espíritu francés. El lenguaje tiene como objeto fundamental la comunicación humana (sin ella no hay comunidad). Hablamos para transmitir a los demás nuestras experiencias. Las lenguas cambian con arreglo a las nuevas necesidades de la sociedad. Destaquemos también, en esa caracterización del lenguaje, el papel de la economía –mental o física– y la redundancia; las continuas pugnas en que se combaten lo viejo y lo nuevo; el inestable equilibrio que se rompe y restablece tantas veces; la elección siempre ejercitada por hablante; las peculiaridades de cada lengua, que ningún análisis serio puede desatender… Pero es demasiado rica la gama de matices para poder trasladar aquí.