Arte y humanismo

“Pórtico”: El arte está provisto de dos vertientes: la forma y el espíritu. La crítica bascula en su quehacer entre estos dos polos. Nadie ignora que la crítica “esteticista” se ha recogido en sus cuarteles de invierno, a menos que queramos dar valor a la palabrería esotérica en que aparece anegado el arte actual. Críticas formalistas exaltadas hasta la adoración, como las formuladas por Wõlfflin o Marangoni, guardan el respeto de los críticos de arte, pero nada más. Su vacío ha sido ocupado por una crítica vinculada al mundo de la idea, del pensamiento. Y esto es bueno, pues supone reconocer en el arte un mensaje profundo, un destino trascendente, alejado del mero entretenimiento.
La historia del Significado es lo que se aborda en este libro. La bibliografía va acumulando títulos densos, trabajos profundos, que llevan las firmas acreditadas de Panofsky, Wittkower, Rosenthal, Taylor y tantos otros. Los monumentos de arte espanol han sido frecuentemente diana de sus preocupaciones. Sin embargo el lector espanol aún no está familiarizado con este propósito pese a las recientes traducciones efectuadas a nuestra lengua universal. De ahí la oportunidad de esta obra De sobra es conocida la inclinación de Santiago Sebastián hacia esta clase de estudios. En este libro no se limita a recoger doctrina ajena, sino que nos ofrece su propia aportación. Menudean los ejemplos de arte espanol y americano, fruto de sus estancias en aquel continente. Ha escogido como tiempo el del Renacimiento, sin duda el más completo en lo que a iconología y simbolismo se refiere, pero es evidente que el lector adicto se convencerá de que es una manera de concebir a Historia del Arte que resulta aplicable a cualquier período. Es en efecto la aceptación de un método de investigación.
El preguntarse por el significado es la tarea primordial del historiador. No se concibe un despliegue tan fabuloso de energías si la obra ha de reducirse a un puro juego formal y sin embargo también este se halla indisolublemente unido a la idea. El autor se detiene, por ejemplo, en el análisis del Juicio Final de Miguel Ángel, apoyándose en Tolnay. La obra es apocalíptica, como inspirada en Dante; clásica, por el empleo de personajes mitológicos; actual, por expresar la zozobra en que se hallaba el propio Papado; pero sobre todo, trascendente puesto que sitúa a Cristo en el centro, atrayendo a los elegidos, “como en un sistema solar”. La ordenación geométrica del fresco resulta inexplicable si no prestamos atención al significado.