Américo Castro y el origen de los españoles: historia de una polémica

Categories: Literary Criticism

Author: Gómez-Martínez, José Luis

Girol Number: 2077

ISBN: 84-249-0649-7

Publisher: Gredos

Location: Madrid

Year: 1975

Collection: Biblioteca Románica Hispánica; Estudios y Ensayos, 230

Edition: 1. ed.

Condition: New. Excellent condition. Normal shelf wear.

Binding: Softcover with flaps

Polémica incomparable la desencadenada en torno a las concepciones historiográficas de Américo Castro y que aquí nos narra y valora José Luis Gómez-Martínez. Incomparable por el tema, por la categoría y número de los opinantes, por la frondosidad bibliográfica, la dureza de la lucha y los inciertos resultados. Bien mirado, ¿no es ésa la fecundidad de los libros revolucionarios? Y España en su historia (1948) –reelaborado después y retitulado La realidad histórica de España–venía a romper todos los moldes. Allí singulariza Castro (y enfrenta a lo europeo) el modo de ser español, que ve radicado en la convivencia secular de cristianos, moros y judíos. A la originalidad de las interpretaciones histórico-literarias y al enfoque existencial – historia vista desde dentro – se suma un estilo de emotiva sugestión. Hasta el lector menos propicio se apasiona con aquellos conflictos del vivir español.

Certeramente ha conectado Gómez-Martínez el tema de Castro con la preocupación por la esencia de España que tanto conmovió a la generación del 98 y a Ortega. Pero metámonos ya el fragor de la polémica. Como antípoda de Castro se alza un insigne historiador profesional, Claudio Sánchez-Albornoz, que no sólo rebate sus tesis, sino que le opone otra gran construcción, más ecléctica, España, un enigma histórico. Ahora podemos seguir fácilmente las diferencias básicas entre los dos maestros, las réplicas y contraréplicas. Al intervenir los discípulos de uno y otro, se generalizó la contienda. Aparte de estos dos bandos extremos aparecen muchos autores independientes: así Menéndez Pidal, Spitzer y Bataillon, con sus elogios y sus reservas ante las ideas castristas. En plano más descrepante, Eugenio Asensio somete a revisióm im abanico de temas (Santiago, la Inquisición, los conversos, etc.). Finalmente, y a manera casi de símbolo, es el mudejarismo – defendido por don Américo – del Libro de Buen Amor el que centra una amplísima reseña de pareceres.

Gómez-Martínez no sólo ha enfrentado argumentos, sino que, con la mayor imparcialidad, ha buscado soluciones propias o aienas. En los bandos extremos sobró apasionamiento (la serenidad solía ser coas de neutrales), y hasta argucias y malos modos. Aun así, Gómez-Martínez confía en el futuro: hay que conciliar las antagónicas construcciones de Castro y Sánchez-Albornoz, salvar lo valioso. De no ser por el coro de críticas adversas –más las aportaciones–, quizá Castro no hubiese ahondado y matizado sin cesar sus teorías. Qué vitalidad, qué ímpetu heroico el suyo, recrecido bajo la tormenta.

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